Por si los trescientos cincuenta kilómetros de dunas blandas y una temperatura de cuarenta grados en uno de los lugares más inhóspitos del planeta no fuesen suficientes, los participantes del Abu Dhabi Desert Challenge han tenido que vérselas con una tormenta de arena que borraba las crestas de las dunas haciendo prácticamente imposible el saber por donde había que cruzarlas… Pero pese a todo, un hombre ha dado el do de pecho con una conducción de libro y ha dejado atrás a sus rivales en medio del desierto. «El primer día estaba enfermo, el segundo y tercero cometí errores estúpidos pero hoy ha sido mi día, dijo Stéphane Peterhansel tras vencer en la etapa con casi 20 minutos de ventaja. Su compañero de equipo en X-Raid, el ruso Leonid Novitskiy no ha podido replicar al francés y ha perdido mucho tiempo sufriendo lo indecible hasta la extenuación.
Las duras condiciones se han cobrado su peaje en el terreno de juego y solo 11 han conseguido llegar a la meta. He aquí algunas de las historias.
La razón de que el Nissan de Al Shanfari no estuviese en el bivouac ayer por la noche era debido a que lanzó su buggy contra una duna y en el aterrizaje se cargó los dos brazos de suspensión y la rueda… entonces fue embestido por Fadi Melki, que había cometido el mismo error. Hoy ha sucedido otro hecho menos dramático… la bomba de agua ha dicho basta. «Con las penalizaciones acumuladas estoy s cuatro días del líder, por eso no tiene sentido empujar y poner en riesgo mi segundo motor. Mi suerte en este rally ha sido terrible… pero no tanto como los G-Force.
Superados los problemas, Boris Gadasin estaba pilotando a buen ritmo y llevando el coche a los límites en lo que ya se ha convertido en un entrenamiento intensivo de conducción en el desierto, pero, una vez más le ha vuelto a sorprender una duna cortada y de nuevo ha puesto el coche panza arriba. No ha sido un vuelco fuerte pero ha tenido que esperar que alguien le ayudara a recuperar la horizontalidad. Poco después llegaba Roman Brisnikow y tras un gran salto, aterrizaba duramente unos cientos de metros más allá… entonces la pareja rusa se ha dado cuenta de que su compañero de equipo no se movía. Cuando ha llegado junto al segundo G-Force han encontrado Brisnikow con mucho dolor en la espalda e inmediatamente han solicitado la evacuación en helicóptero.
Schlesser se salía de las trazadas y quedaba atascado en una duna, lo que le ha costado cerca de una hora. Como cada día ha llegado al bivouac y ha salido disparado hacia el hotel… todavía no he conseguido hablar con él.
Fadi Melki empezó muy bien y estuvo rodando a buen ritmo durante los primeros treinta kilómetros y cuando se encontraron con Gadasin le ayudaron a poner el coche de pie. Pero una rotura en el escape les provocó un problema con la vaporización del combustible. Su copiloto Dane Novarlic, todavía sonreía en el campamento cuando explicaba: «En este tipo de pruebas las cosas pequeñas pueden causar grandes problemas. Nunca hay que minusvalorar el poder del desierto ni olvidarse del sobrero que te sirve para tener la cabeza fría. Acostarte en el saco de dormir en el campamento siempre será mejor que hacerlo en las limpias sábanas de un hospital» Han reparado en escape con un poco de bricolaje y con una sonrisa han dicho que están listos para luchar por el podio mañana.
Finalmente hoy he podido ver a los Kamaz, pero contrariamente a lo que alguna gente comentaba no tienen ningún tipo de batalla interna por ocupar el puesto de Vladimir CHagin, la línea sucesoria está determinada y están aquí para entrenarse para el Dakar. Pero en vez de rodar a un ritmo endiablado como hacían en América del Sur, aquí se han dedicado a actuar como los coches escoba, ayudando a los equipos que habían perdido la batalla con el desierto. No importa lo emocionante que sea ver pasar a los Mini, BMW o los G-Force, los Kamaz son algo especial. El aire no vibra como ocurre con los V8, la tierra vibra cuando se aproximan con sus motores de bajas revoluciones.
Texto y fotos: Robb Pritchard – Traducción: Pep Cifre