Rosa Romero está demostrando una tremenda fortaleza física y mental en su tercer asalto al Dakar. La piloto del Sicart Team ha resistido al durísimo arranque de esta edición 2014 y afronta hoy la quinta etapa desde la 113ª posición de la general de motos. En la cuarta disputada, entre San Juan y Chilecito, con 352 kilómetros cronometrados, la barcelonesa invirtió casi 9 horas y media de carrera.
Esta piloto amateur está viviendo la cara menos amable y más despiadada del Dakar. Compite en compañía de Alberto Salido, ambos al manillar de sendas Yamaha WR 450F. Lejos de buscar la gloria de la victoria, lo único que busca Rosa Romero es acabar su primer Dakar, después de verse obligada a abandonar en los dos intentos anteriores.
De momento, la piloto del Sicart Team va por buen camino, tras superar las durísimas etapas 3 y 4 que se han cobrado más de 50 abandonos entre los participantes en moto. Y eso que Rosa tuvo que pasar la noche del martes a la intemperie y necesitó oxígeno para soportar la altitud (más de 4.000 metros). Pero horas después y casi sin dormir logró tomar la salida del miércoles por los pelos, al llegar al campamento minutos antes del inicio.
Pese a todo, ella fue capaz de darse otra ‘paliza’ sobre su moto para marcar un registro al final de la cuarta etapa de 9h 29’45” que le otorgó la 108ª posición del día y le permite escalar hasta la 113ª de la general provisional, con un tiempo acumulado de 46h 52’37”. Eso para Rosa es secundario, puesto que en lo único que piensa es en llegar cada noche al campamento para poder acercarse un poco más a la culminación de su gran sueño: estar el día 18 en la línea de meta de Valparaíso (Chile).
Hoy, la piloto de Vision Advisors Sicart Team afronta muy fatigada, pero con una moral de hierro, los 527 kilómetros de especial y otros 231 de enlace en compañía de su fiel escudero Alberto Salido y con el deseo de llegar lo antes posible al campamento de Tucumán, donde motos y coches volverán a coincidir.
Allí, Rosa Romero podrá reencontrarse con su esposo Nani Roma, uno de los firmes candidatos al triunfo final en coches que cada día pregunta por ella nada más cruzar la línea de meta y muchas noches se va a dormir sin recibir noticias. Son dos maneras opuestas de vivir la aventura.