La séptima etapa del Rally Dakar, entre Calama y Salta, ha puesto en apuros a los participantes que siguen en carrera, y entre ellos a Gerard Farrés, por la falta de oxígeno. Eso ha provocado fallos de carburación en un buen número de motos, también en la Honda del equipo Wild Wolf, que se ha detenido completamente en el kilómetro 138.
Farrés ha tenido que hacer bricolaje de campaña sobre la misma pista del rally para anular la bomba de la gasolina, que estaba dando problemas. Eso ha hecho que la moto consumiera más combustible del debido y al final su autonomía se ha resentido. “He tenido que ir pidiendo gasolina a otros participantes hasta poder llegar a la meta. El problema sigue siendo el mismo de ayer: la altitud está afectando a la moto y no hemos podido solucionarlo”, lamenta Farrés, que ha pasado por la meta en 133º lugar 1 hora y 6 minutos después del primero.
Al terminar la especial, los pilotos de moto se han dirigido a un vivac habilitado sólo para ellos sin posibilidad de recibir el apoyo de las asistencias. “Mañana tendré los mismos problemas, ya que no tendré asistencia ya hasta la etapa de descanso”, comenta.
El convoy ha tenido que cruzar la cordillera de los Andes para pasar de Chile a Argentina, llegando a una altitud máxima de 4.975 metros en el enlace, mientras que la especial, de 218 kilómetros, ha transcurrido por un altiplano de entre 3.400 y 4.000 metros de altitud.
Esas cotas no sólo han afectado a las mecánicas sino también a los pilotos, que acusaban la falta de oxígeno. “Cuando estás tan arriba te falta el aire pero no te das cuenta, te vas durmiendo, como si te diera una pájara. Supongo que es lo que le ha pasado al piloto francés que se ha accidentado. Es una pena muy grande que cada año suceda una desgracia en el Dakar. Es un riesgo que todos asumimos cuando vamos a una prueba como ésta, pero es una desgracia”, lamentaba Farrés en referencia a la muerte del piloto de motos Thomas Bourgin.