Ignacio Corcuera, conocido popularmente como “Livingstone”, dirige el equipo ‘Euskadi 4×4’ desde 1997, es especialista en pruebas de orientación y ‘enduro 4×4’ y ha participado en las pruebas más importantes del ámbito nacional e internacional. Combina la aventura con sus trabajos para la DYA, donde conduce una ambulancia, por ello, siempre procura hacer llegar medicinas a los lugares más desfavorecidos en todas sus expediciones.
En la edición pasada se enfrentó por primera vez al Dakar, donde superó 6 etapas de durísimas condiciones de conducción, a través de las provincias argentinas de La Pampa, Mendoza, La Rioja y Catamarca, también alcanzó la ciudad chilena de Copiapó, capital de Atacama, pero en la séptima etapa, el bucle de Copiapó, a pesar de haber dominado las dunas del riguroso desierto de Atacama, dónde tuvo que hacer noche, no pudo evitar el abandono.
Un abandono que no fue provocado ni por las dos lipotimias que estuvo a punto de sufrir a causa del enorme calor, ni por el mal de altura que sufrió en el paso de San Francisco al ascender los Andes, ni por los laberintos que se formaron en las pistas al paso de los camiones, sino por llegar a la meta 10 minutos después del límite horario establecido por la organización.
“Livingstone” acostumbrado a terminar todo lo que se propone y nunca llegando el último, no pudo evitar llorar de impotencia por no poder seguir adelante, el coche estaba en perfectas condiciones y él se encontraba con muchas fuerzas para continuar, pero como citó el propio piloto: “El reglamento es duro, pero es la ley” aún así, prosiguió de campamento en campamento acompañando a la organización hasta Lima. No consiguió el Dakar, pero sí el reconocimiento de los equipos participantes por ser uno de los pocos pilotos que compite en solitario, sin asistencia ni copiloto.
Livingstone no se ha dado por vencido y ya está preparado para afrontar su 10º reto en solitario, el Dakar 2013, “Los ocho días en carrera que hice el año pasado me permiten ser 8 veces mas sabio que antes de mi primer Dakar. He aprendido mucho. He analizado bien mi primera participación y he concluido que el planteamiento, era adaptado a África y no a la arena na que se encuentra en Sudamérica. Por eso he cambiado por un buggy de 800 kgs que me permite rescates mas fáciles que con un vehículo de 2.300Kgs”. De esta manera, presentó ocialmente el pasado mes a “El Txantxangorri” como a él le gusta llamarlo, un Buggy Polaris Ranger RZR 900 XP preparado con sus propias manos para cumplir las exigencias de las vericaciones previas al Dakar.
El aventurero vasco vuelve en solitario y tiene claro el objetivo: “el año pasado cumplí mi sueño participando en el Dakar, este año vuelvo para cumplir el reto, que es finalizarlo”.