La verdad es que me estoy empezando a plantear que este año os estáis aburriendo un poco con el diario de a bordo. Porque claro, no es lo mismo ponerse delante del ordenador para ver cómo han ido las aventuras de un equipo que está cada etapa peleando al segundo, que, como pasa este año, plantarse delante de la pantalla y pensar: “¿A ver qué les ha pasado hoy a estos dos?” Y es que si hace unos días pensábamos que ya tocaba que terminase la racha de mala suerte, pues va a ser que no, todavía nos quedaba. Eso sí, vamos alternando, cada día es una cosa distinta.
Hoy era otro día en el que podíamos haber recuperado un buen número de minutos a los de cabeza. Además, salíamos primeros y el polvo de los demás no nos retrasaría. Poco después de salir, como en el kilómetro 10, la organización nos desviaba de la pista principal para evitar un barrizal. Nos ha parecido un poco raro, pero luego nos hemos enterado que se ha liado buena con las motos. Íbamos a buen ritmo cuando en el kilómetro 17 hemos hecho nuestra primera parada. Se había roto la correa del alternador. No hemos perdido mucho, unos 5 minutos, y hemos retomado la carrera.
“Ya hemos tenido el momento de mala suerte del día”, hemos pensado. Pero no, ya que un poco antes de llegar al primer Control de Paso había que volver a parar. Ahora se había roto el alternador. Afortunadamente llevamos uno de repuesto y lo hemos podido cambiar, en lo que hemos empleado casi un cuarto de hora.
Nuevamente en marcha para hacer lo que quedaba de etapa a fondo, intentando recuperar tiempo. Algo que hemos conseguido, especialmente en los últimos kilómetros, que discurrían por un terreno muy ondulado en el que hemos podido sacar todo el partido a la ventaja que nos aporta el gran recorrido de suspensiones de nuestro vehículo.
Como anécdota comentar que hemos adelantado a los tres Mini que teníamos delante en los últimos compases del tramo. Peterhansel estaba parado porque había pinchado un neumático, mientras a Roma y a Holowczyc les adelantamos en la pista. Y se ve que al hacerlo, las enormes ruedas del Hummer han lanzado piedras y les hemos roto el cristal a ambos. Parece ser que ellos piensan que lo hemos hecho adrede…
Y para terminar, decir que no todo es mala suerte, ya que al entrar en la meta hemos comprobado que a uno de nuestros neumáticos le faltaba un buen trozo y no hemos pinchado de milagro. No nos iba a tocar todo a nosotros.