Santiago Berioli ._La superficie no era la típica tierra cordobesa que todos los años anima el paso de los autos del World Rally Car en la fecha mundialista. Pero eso no importó. La figura de Sebastien Loeb y su Citroën C4 girando en la costanera de Villa Carlos Paz fue suficiente para que más de cinco mil personas se ubicaran a orillas del lago San Roque.
La previa que la marca del doble Chevron preparó para los fans cordobeses constó de un show similar al vivido 48 horas antes en el porteño barrio de Palermo, con la presentación de la nueva imagen del equipo francés.
El show incluyó vueltas de invitados sobre los autos «0» y «00», que casi a ritmo de carrera entretuvieron a los simpatizantes. Una espectacular muestra de destreza sobre motocicletas, luego, hizo lo propio. Pero llegó Loeb y toda la previa se eclipsó. Aún a bordo de un auto de calle, el Francés y su coequiper Daniel Sordo, acapararon inmediatamente toda la atención de la prensa y, obviamente, de la gente. El griterío del público generó sus primeros ecos sobre el lago, cuando el talentoso piloto de Citroën dio una vuelta para reconocer el recorrido del circuito.
A partir de allí, todo fue expectativa. Luego de recibir la llave de la ciudad como Ciudadano Ilustre, Loeb se subió como acompañante de Sordo. Al mejor estilo Peter Solberg, Sebastien abrió la puerta y fue saludando desde la butaca derecha, luego sacó medio cuerpo afuera y para finalizar, se paró sobre el techo del auto con los brazos abiertos, consciente de la veneración que el público cordobés siempre le tributa. Luego que el español brindara las primeras frenéticas vueltas llegó el turno del ídolo.
Haciendo gala de su impecable muñeca y sobre la superficie que lo vio nacer como piloto, Loeb desplegó toda su artillería de maniobras sobre el asfalto. Un ocho, un derrape en plena rotonda y un sinnúmero de vueltas que culminaron tapadas por el humo blanco del caucho fueron el inicio de la gran fiesta. Acelerador a fondo, mirada de concentración y todas las combinaciones posibles sobre el C4 fueron el show de Loeb. Banderita de Argentina en alto, el francés terminó de meterse en el bolsillo a un publicó que a esa altura combinaba manos rojas de aplausos y sonrisas de satisfacción que iban de oreja a oreja.
Pasó Loeb, llegó el rally y los cordobeses ya lo palpitan.