Habían superado las jornadas más duras del rally, lograron reparar in extremis los cuatro amortiguadores rotos en la cuarta etapa, superaron el cansancio y la dificultad de conducir dentro del polvo en un terreno totalmente roto por el paso de toda la caravana del Dakar… Antonio Vico y Rosendo Touriñan aguantaron, pero el coche dijo basta.
Fue en la quinta especial, que transcurría entre Neuquén y San Rafael con un total de 763 km, cuando el Bowler Nemesis se vio superado por las condiciones adversas. La inmensa cantidad de polvo que día tras día entraba en el vano motor acabó provocando que se gripara el alternador y se rompiera de la correa. A partir de aquí fue como un efecto dominó; el sistema de refrigeración dejó de funcionar y el motor del coche empezó a aumentar de temperatura rápidamente hasta reventar.
Los catalanes poco pudieron hacer ya que cuando se dieron cuenta del problema el daño ya estaba hecho, tal y como explica Vico: “desmontamos las piezas y colocamos la correa otra vez para intentar seguir, pero en cuanto nos pusimos en marcha el coche ya echaba una humareda blanca que indicaba lo peor. Diez kilómetros después se rompía el motor”.
Para el piloto anoiense, “fue un duro golpe porque estábamos haciendo un buen rally. Éste era mi debut y en carrera me sentí muy bien. Algunos días llegamos a ir muy rápidos, entre los 50 primeros, pero todo tiene su final y a nosotros nos ha llegado antes de lo previsto. El coche fue muy bien, el problema es que cuando surge cualquier contingencia caes muy atrás en la clasificación y a partir de ahí comienza una especie de círculo vicioso; al día siguiente sales atrás y te encuentras la pista destrozada y eso aun te perjudica y te retrasa más, de manera que vuelves a llegar tarde y al día siguiente sales aun más atrás”.
Para Rosendo Touriñan, uno de los españoles con más participaciones en el Dakar, esta edición ha sido de las más duras que recuerda: “la percepción de la dureza en esta carrera varía en función de si vas en cabeza, en la parte media o al final de la clasificación. Por una serie de problemas a nosotros nos tocó ir detrás y ahí se pasa muy mal. Ésta es una norma común en todos los Dakar pero este año ese factor se multiplicaba. La temperatura ha sido muy elevada y, a diferencia de África, aquí la arena es como polvo de talco. En algunos sitios, bajabas del coche y las zanjas que se habían formado por el paso de los otros vehículos te llegaban hasta la ingle. Además, todo el día íbamos dentro del polvo y nunca sabías si ibas a chocar contra alguien o alguien chocaría contra ti. Creo que en general, con todos los agravantes, este Dakar ha sido de los más duros que he vivido”.